La voz de mi clarinete.



Dirigió su mirada al cielo como buscando su rostro entre nubes blancas, lanzo un suspiro con la esperanza de que a ella llegara, se la imagino apresurada entre el ajetreo citadino, pero no es suficiente, quiere verla, olerla, tocarla, escuchar su voz aterciopelada con sabor a viento fresco. Las horas pasan, ella vive su rutina diaria a la espera que el reloj marque la hora de la cita acordad y él se conforma con tomar su clarinete para enviarle notas musicales, con mensajes audibles que solo sean captados por su corazón. El embrujo de la melodía lo lleva al éxtasis, imágenes de su cuerpo vuelan por su mente, ruedan por su pensamiento los momentos que han pasado a solas acariciándola toda y la forma tan impactante como lo mira, cierra los ojos fuertemente para que esos momentos no escapen de la bóveda de sus recuerdos y sigan conviviendo con la melodía que sale de su clarinete. Mientras tanto, ella presiente que ese día será diferente. La hora ha llegado y los dos se encuentran en el lugar acordado, el aun embriagado por el sonido de su clarinete y ella agitada, como si las notas acústicas hubiesen tocado su corazón, no hay duda, el gran misterio del amor atrofio sus mentes… todo el ambiente es propicio y en un acto previamente a solas practicado, se arrodilla ante el asombro de ella y los comensales, adornando con un anillo el dedo anular de su mano, no hay palabras, el no puede pronunciarlas, ella con sus besos premio su boca ¡¡¡definitivamente ellos se aman!!!.


Derechos de autor: Juan Hernandez.

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