Los celos del viento.
Libere tu pelo del listón que lo aprisionaba y el viento se puso celoso, desde entonces su vicio es revolverlo y cubrir tu rostro evitando que lo vea. No importa, pues siempre con los ojos cerrados te veo, sin conocerte ya te he amado y solo con sentirte cerca, nuestras pieles se amancebaban. El viento solo aumenta el misterio con el bello dosel que acomoda en tu rostro.
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