Señora.



Señora, fuiste ilusión de dos anhelos que gritaban con alegría tu nombre aun siendo proyecto entre sentimientos. 


Señora, viviste entre fabulas vestida de ingenuidad, forjando sonrisas inocentes con miradas transparentes rociadas de romanticismo. 

Señora, siguiendo una extraña sinfonía desnudaste tu alma y de un parpadeo surgió un río de emociones, con rápidos que corrían hacia un paraíso de ilusiones. 

Señora, de tu vientre fueron naciendo los motivos que dibujaban tus sonrisas en un océano de sueños. 

Señora, un día tu mirada se quedó sin nido y tu corazón de cristal sufrió una fisura, pero tu fortaleza dura como un diamante soporto cataclismos y en el producto de tu vientre encontraste nueva fuerza. 

Señora, solo tu fuiste capaz de detener el viento cuando este laceraba a tus hijos… señora, nadie puede despojarte de ese título, porque no forjaste solo tu castillo, sino también el camino de doce almas que trajiste al mundo. 
Señora, como el oro brilló tu alma noble que incluso el cielo te reclamó como estrella y aunque sobre tu ausencia siguen pasando los años, desde aquí te sigues viendo aún más bella, pues desde el cielo, solo del alma se proyecta la belleza.



Señora, tu nombre no es olvido en el vacío, sino profunda memoria en el alma, es por eso por lo que siempre te pienso y me siento dueño de tus memorias sin que exista día en que no me sienta orgulloso de ser tu hijo.
Señora, como tú… solo una en un millón.

Autor: Juan Hernández  
País: México.
Información de registro
Safe creative
Identificador 1910112155705
Fecha de registro 11-oct-2019 3:07 UTC


Comentarios

  1. Todas únicas, todas heroínas de historias contadas a base de esfuerzo y sacrificio. Las madres, dulces sirenas que nadan entre las aguas inquietas de la vida de sus hijos, para que éstos emerjan a la supericie triunfadores, como tú, amigo Juan.
    Un abrazo.

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