El sueño de mi realidad.


Tomó fragmentos de un amor roto, eran fragmentos que no tenían sentido, pues ya no embonaban en ninguna parte, más sin embargo, la ociosidad lo obligo a ensamblarlos.

Uno por uno los fue acicalando, retirando el velo que los cubría y de entre abriles silvestres, fueron surgiendo arcanas memorias ausentes de pesadillas que conducían a algo que fue, en el recodo de una bella locura.


En el ensamble de cada fragmento descubrió lagunas que no les permitía renacer, pues observo que había encantos perdidos y sueños sin desenlace, subsistiendo suspiros en extravío, que viajan ingrávidos en lo insondable de su alma. Expelió el entorno una agitada inspiración y con mano firme, fue llenando las lagunas con añiles sueños posesos, extraviándose en el vacío de su alma.

En sublime arrebato, se enredó en los tentáculos del ente, que lo arrastraba hacia aquella marea alta de recuerdos dolientes, que aunque intangibles eran palpables.


Unidos los fragmentos, pudo leer su historia, admirar su esplendor, vagar por ese sendero creado por hadas, con aromas que el viento arranco del pelo de las ninfas y por último, durmió en él y lo atrapo en un sueño para vivirlo, aunque solo fuera por una noche.

Pasaron las horas agitando y difuminando la noche y al despertar, se dio cuenta que estaba en un nuevo sueño, era un sueño donde volaban besos, compases de latidos, caricias que reptaban y un bello aposento de versos, donde lo esperaba una bella musa que ostentaba una gran corona. De inmediato se refugió en sus ojos, bebió su inspiración, perdiéndose en su piel muda, en la que escribió dos bellas poesías y de inmediato, desbarato los fragmentos armados, pues su realidad, se había convertido en un bello sueño, que dormía en el infinito.

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