Seguimos haciendo camino, con el vibrar de nuestras manos.


Cuantos pasos camine para que la prisa se hiciera  lenta y tomara asiento, permitiendo buscar mi razón de vivir, pasando a segundo término la necesidad de respirar, y dando preferencia  al acto de llevar una melodía al corazón para marcarle un ritmo y tomar la butaca del pasado, aunque el psicólogo del presente me lo prohíba; rodar la película hacia atrás, sin cortes, ataduras,  barreras, tabúes ni censuras, disfrutar de mi película, llevando la cuenta de las caídas pero también las veces que me levante, agradeciendo a las manos que me fueron tendidas, dándole valor a los caminos que se bifurcaron, sin hacer de menos al que desprecie seguir,  tal vez a mí no me atrajo pero alguien si lo siguió  y busco en él  su propia historia, si bien dicen  que se hace camino al andar, también dicen que todos los caminos llevan a Roma, yo hice un camino que probablemente alguien seguirá en parte, porque al final de cuentas le querrá dar una mejor dirección.  

Desde luego, mi razón de vivir no es vivir de mi pasado, sino lo que encontré en el, pues de ahí vino mi motivo de vivir, lo que hizo que un día pusiera mi mano derecha en el pecho y la izquierda en el pecho de ella, descubriendo que las vibraciones que recibían mis manos, marcaba el ritmo de la vida y que los labios no solo sirven para silbar una canción triste, sino,  también para ser besados y que las manos pueden deslizarse por geografías que tienen montañas y praderas, comprobando que tienen poros por los que transpiran embelesantes aromas.


Hoy mi motivo de vivir es sincronizar mi corazón con el de ella y recuperar los sueños olvidados en la almohada.


Derechos de autor: Juan Hernandez.
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