Mi tierno latido.


Erase una vez, en un reino muy lejano en el cielo, un “tierno latido” que le pidió a Dios ser libre para conocer la tierra. Sorprendido Dios le pregunto porque deseaba conocer a la humanidad, si demostrado estaba que eran tan inhóspitos y fríos, a lo que el “tierno latido” le respondió- la humanidad solo necesita volver a sus orígenes, olvidarse que tienen manos y palpar con el corazón, cerrar los ojos y ver la esencia que implantaste en lo profundo de cada ser, dejar de pensar como maquinas biológicas y dejarse dominar por la compasión, por favor, déjame libre y te lo demostrare. 

Dios al ver a ese “tierno latido” tan entusiasmado, puso su mano en el corazón asintiendo con unas palmadas… solo le hizo una advertencia; debes encontrar un gran corazón para morar en él, de lo contrario languidecerás. Dios retiró la mano de su corazón sujetándolo y colocándole en la tierra.

Al llegar a la tierra, se asombró al ver que la humanidad lo veía como una cosa extraña, pues Dios en su inmensa sabiduría, decidió no darle forma; para Dios las formas y la materia no importan; Dios es esencia, era incoloro; todos sabemos que Dios no distingue colores de piel, y a pesar de ser un latido, no emitía ningún sonido; pues Dios es silente y su voz es nuestra inspiración.

El tiempo paso y el “tierno latido” no encontraba un ser que le prestara su corazón para morar y poco a poco iba languideciendo. Entonces, Dios al ver su gran nobleza, decidió buscar un vientre que tuviera el dulzor suficiente para albergar un alma provista de una gran compasión y a su vez, estuviese contaminada con el deseo de crear vida y así fue como después de tanto buscar, Dios encontró un vientre, en el cual previamente, en un frío invierno un Ángel busco alojo, sembrando en él, aquella delicada alma. Después, Dios solo tuvo que tomar al desfallecido “latido” que había extraído de su corazón y lo ubico en el delicado corazón del Ángel.

Instantáneamente aquel “tierno latido” tuvo color, forma y sonido, además de la esencia de Dios y cuando el Ángel decidió dejar aquel placentero universo acuoso, el “latido” extendió sus ecos en su dulce corazón, entonando una melodía con agudos y graves tonos sístoles y diástoles, ahuyentando la nostalgia de aquel otoño cobrizo y floreciendo una bella sonrisa, aun sin ser primavera, en la persona que presto su vientre. 

Pasaron los años y aquel bello Ángel, inspirado por el alma pura y el “tierno latido” que Dios coloco en su corazón, sembró 12 bellas sonrisas, a las que regó con mucho amor, y acaricio con los ecos del “tierno latido” que habitaba en su corazón. De esas sonrisas, cosecho alegrías con las que nutrió su alma y corazón y cuando se sentía abatido por las adversidades del destino, se escondía en todas esas emociones bellas, que fluían de recuerdos anegados de sonrisitas, que florecían en inéditos amaneceres.



Después de 82 años en la tierra, Dios decidió rescatar al “tierno latido” de esos seres humanos que para él,  seguían siendo inhóspitos y fríos, solo basto tender su mano hacia la tierra para recuperarlo, al interrogarlo, le preguntó si ya se había convencido, lo crueles que son los seres humanos, a lo que “el tierno latido” respondió:

 “No todos los seres humanos son tan malos, pues existen humanos que tú, por medio de tu inspiración, has enlistado como Ángeles para cuidar las almas puras que llegan a la tierra, afortunadamente me toco ocupar el corazón de uno de ellos, era un Ángel que no le importaba esconder un río de lágrimas que fluía hacia adentro, precisamente cuando me trajiste a ti, su fortaleza física se empezaba a derrumbar, pero su alma siempre se mantuvo intacta, nunca demostró dolor ante sus hijos para no preocuparlos y a veces no probaba alimento por dárselo a ellos, devoraba las noches para velar por el sueño de uno en especial, que siempre estuvo enfermo, Dios, debes convencerte que hay Ángeles que se disfrazan de humanos”

Después de escuchar atentamente Dios al “tierno latido”, procedió a traer al cielo al bello Ángel que había prestado su corazón como morada, al llegar el Ángel, le dijo a Dios que quería seguir con los seres a los cuales él le había asignado cuidar, a lo que Dios le respondió:

"No te he relegado de tu bella obligación, solo que ahora lo harás desde el cielo, como premio brillaras como el lucero más grande y bello, guiando con tu luz a cada uno de ellos por los senderos más seguros, sabrán que eres tú, porque tu luz será como el brillo de tu mirada que desparramaba vida en su ser";

y de inmediato, reunió a todas las estrellas binarias, enanas, protoestrellas y a las gigantes rojas, para tomar su luz y ataviarla. Así es como ahora, en la profunda obscuridad del cielo, brilla un gran lucero contagiado de felicidad, a veces ronda por mi ventana, otras me da los buenos días en la aurora de la mañana, o se despide en las tardes, detrás del lánguido ocaso. 


-Cualquiera diría que esto es ficción o parte de mi imaginación y fantasía, pero les puedo asegurar que yo conocí a ese bello Ángel; ella me acuno en su dulce vientre y cuando abandone el espacio acuoso en el que me arrullo durante nueve meses, me tomo en sus brazos y me dio su calor, tan apegado a ella estuve, que siempre sentía esos ecos del “tierno latido” que quiso venir a convivir con los humanos. Desafortunadamente, ese Ángel tuvo que regresar con Dios, pero su belleza… no la de la envoltura de su alma, sino la de su alma misma, esa belleza que no se puede tocar con las manos, solo con el corazón, quedo desparramada en cada acción, en cada objeto que porta su esencia y en la compasión que presto para impulsar pronto alivio moral al que lo necesitó.

Gracias Dios, por habernos asignado como madre, a ese delicado Ángel que hoy adorna el cielo con su fulgor, permitiendo que sus recuerdos sigan morando en nosotros, para ser eternos en nuestros pensamientos, gracias por haberle regalado a ese Ángel, tu “tierno latido” y gracias por dejar que ese “tierno latido” siga desparramando sus ecos en nuestros corazones, conservando así, la pureza de sus principios. 

Madre, en este tu cumpleaños, te regalo los latidos restantes de mi corazón y este puñado de letras.
Por siempre seguirás viviendo en mis recuerdos y en el de todos tus hijos.

Tal vez te preguntes que paso con el "tierno latido"; el fue muy feliz, porque le hizo ver a Dios que la humanidad aun tiene remedio, es por eso que Dios lo dejo libre y le asigna innumerables misiones, tal vez en estos momentos este alojado en tu corazón o en el corazón de alguien a quien amas y esta esperando para acariciarte con sus ecos, no dejes que el "tierno latido" abandone el corazón del Ángel que habita a tu lado, sin antes decirle cuanto le amas, saciandote de arroparlo con tus abrazos y cubrir sus mejillas de besos, deja que "el tierno latido" termine su misión... abraza a tu hermano.
Moraleja:


"Si amas a ese ser divino que decidió trascender a mejor vida, déjalo libre, suelta su mano para que lleve a cabo su último viaje, te dejara, pero nunca te abandonara, pues en reciprocidad siempre habitara en tu corazón, como un tierno latido de Dios y si aun lo tienes a tu lado, regalale un poco de tu tiempo, recuerda que si creas recuerdos, en ellos seguirá viviendo."




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Fecha de registro: 09-oct-2018 2:08 UTC
Autor: Juan Hernandez



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Autor: Juan Hernandez 

Este cuento fue escrito por mi puño y letra pero lo dicto mi Madre desde el cielo. 

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