Piel trigueña.
Nunca me había sumergido en un río con aroma a
jazmín, su corriente arrastraba una espiga trigueña. Corrientes contrarias
nos unieron y el vórtice bendito nos coincidió, yo como pez hambriento de
saborear el fruto anhelado, me aferre a su tallo, pero al probarlo quede
prendado de su sabor. Ahora me encuentro atrapado en la rivera que forma el
tallo de su cuerpo y el murmullo que provoca las tormentas de su denso
respirar que acompaña el tenue misterio de su piel trigueña…Y no me quiero
liberar.
Derechos de autor: Juan Hernandez.
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