Lo que escribo no es para inspirar al amor, el amor lo inspiró. Lo que escribo no es poesía, son sentimientos de los que se apodera la poesía. Lo que escribo es lo que el corazón me dice; lo que no está escrito, lo que fluye, lo que ”el” siente, lo que quiere que plasme en el papel, historias que invadan la brisa y que a través del aire contaminen de murmullos la noche iluminada por la luna, lo que escribo nunca dejara de fluir, mientras la musa que vive en mi, siga torturando mi corazón.
A dos años de haber estrenado tus alas, te recuerdo, se que eres feliz y brillas con luz propia y por todos en el cielo eres conocida como la mejor nana y los querubines de DIOS se pelean por que tu les cuides. Hoy, en el aniversario de tu nuevo nacimiento, al cielo mando una carta, tomando como papel mis pensamientos y como pluma mi silencio de donde fluyen mis palabras “Madre, antes que nada quiero decir que sigues ocupando un lugar en mi corazón y en cada latido te recuerdo, te doy las gracias por tus enseñanzas, las cuales hoy heredo a mis hijas, y puedes estar segura que ellas las llevaran con mucho orgullo a los suyos, créeme, tú eres la causante de las sonrisas que se dibujan en sus labios. Es verdad que a pesar de tu ausencia el mundo sigue rodando y cuando sale el sol tu sombra ya no está a mi lado, pero tu estrella, la más cintilante del cielo salpica de luz mi camino y con ello me ayudas a no detener mi paso, de antemano se que sigues pidiéndole a DIOS que dibuje nuevas huellas en mi camino. Madre, en mis recuerdos vives y en ellos te abrazo y en mis labios guardo el calor de tu frente, que obtuve cuando te di el último beso y atesoro todos tus abrazos, porque de ellos sigue emanando tu existencia. Seguiré aplicando tu sabiduría para algún día como tú, poder tocar el cielo y nuevamente disfrutar de tus abrazos al lado del padre eterno. Te quiero, aunque no te veo, se que siempre nos acompañas en la mesa” DIOS, por favor, entrégale esta carta.
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