Idilio astral
Adherido en las estrofas de tus anécdotas
soy el fantasma que vive en tu diario
el que idealizas
cuando la luna despierta tus dotes de poetisa.
Mientras tu taza de café
se deleita con tus labios
en tu diario vas plasmando
la rutina de tu día.
Reinciden en tus fantasías
las frases melosas
y caricias untuosas recibidas
agregando a tus palabras
un alto énfasis de idilio.
Cruel destino que mantiene este hechizo
tú en mis sueños sin poder tocarte
y yo, solo certeza
cuando por tus letras me deslizo.
Si tu pluma no plasma nada
despierto de mi sueño,
te pienso en mi realidad,
inspiro tus fantasías,
te envuelvo en mi destino,
te invito a tocarnos, a vernos,
a sentirnos,
a convertir tus errabundas manos
en el cabo que trence ternuras
y nos ancle vientre con vientre
y así seguir vivo en las fantasías de tu diario.
Pero si duermo,
siento el florecer de tus besos desde tus letras
y como una incesante garua por mi dermis
disfruto la sensación de tus manos.
En lo más profundo de mi sueño
es cuando puedo llegar
a lo sublime de tus estrofas
para saborear la cúspide
de ese limbo con sabor a realidad
que se desvanece
al no haber más hojas
para seguir escribiendo
nuestra dulce historia.
Sin la posibilidad de un gran final
Mi sosiego se difumina;
y cuando lo notas,
solo murmuras, no despiertes,
no hables,
deja que el silencio se deslice por tus labios,
toma mis manos, enciende mi alma,
mientras en tu dermis
sigo escribiendo nuestra historia…
No hagas nada,
permite que nuestros fantasmas
se sigan besando.
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