La rosa que beso el suelo.
Como presagio de las lágrimas que estaban a punto de brotar,
la lluvia se apresuró a mi llamado, para evitar la pena de verme llorar.
En tu apresurada despedida la rosa que te regale tuvo que
besar el suelo, recibiendo las gotas de lluvia como consuelo del cielo, y ahora
que haré con todos los besos que había fabricado para ti, no te los
quisiste llevar, tal vez el tiempo los caducara, o los consumiré en otros
labios para no dejarlos morir sin que lleguen a algún destino. La rosa
saborea las gotas de lluvia, pero nota que hay algunas con sabor a sal; son mis
lágrimas que se abrazaron a la lluvia para ser consoladas y yo, solo me
quedo viendo lo que quedo después que el aire se ha ido. Mientras el agua que
cae olfatea la rosa y como sabueso rastrea tus huellas, para ver dónde
vas dejando los pedazos de mi corazón.
Derechos de autor: Juan Hernandez.
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